El beneficio socioeconómico de las políticas públicas de gestión de excedentes alimentarios
Introducción
Los excedentes alimentarios son aquellos alimentos que, por diversos motivos, no llegan a ser consumidos y se pierden en la cadena alimentaria. Este problema tiene consecuencias a nivel social, económico y ambiental, ya que implica que se desperdician recursos que podrían haber sido utilizados de forma más efectiva.
En las últimas décadas, se ha empezado a poner más atención en el problema de los excedentes alimentarios, y esto ha llevado al desarrollo de políticas públicas enfocadas en la gestión de estos excedentes. En este artículo exploraremos el beneficio socioeconómico que estas políticas pueden tener.
Beneficios ambientales
Uno de los beneficios más obvios de las políticas públicas de gestión de excedentes alimentarios es la reducción de la cantidad de alimentos que se desperdician y, en consecuencia, la reducción de la huella ecológica y la emisión de gases de efecto invernadero asociados con la producción de alimentos. La FAO estima que el 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero se deben al desperdicio de alimentos.
Además, la gestión adecuada de los excedentes puede fomentar prácticas agrícolas más sostenibles y reducir la contaminación del suelo y del agua, así como preservar la biodiversidad.
Beneficios económicos
La gestión adecuada de los excedentes alimentarios también puede tener un impacto positivo en la economía local y global. Cuando se utilizan los excedentes para alimentar a las personas que no tienen acceso a alimentos suficientes, se fomenta la seguridad alimentaria y se reduce la dependencia de los alimentos importados.
Además, en vez de simplemente desechar los alimentos, se puede crear nuevas oportunidades de empleo a través de la recolección, clasificación, almacenamiento y distribución de los excedentes. En otras palabras, se pueden encontrar nuevas formas de generar ingresos y empleo aprovechando estos recursos que antes se consideraban inútiles.
Impacto social positivo
Por último, pero no menos importante, la gestión adecuada de los excedentes alimentarios puede tener un impacto social directo al proporcionar alimentos a quienes lo necesitan. De acuerdo con la FAO, se estima que cerca de 815 millones de personas en todo el mundo padecen hambre crónica, y al mismo tiempo se desperdician 1,3 mil millones de toneladas de alimentos cada año.
Al distribuir los excedentes de alimentos de forma justa y gratuita entre las personas necesitadas, se pueden reducir y, con el tiempo, eliminar las desigualdades de acceso a los alimentos.
Conclusiones
Las políticas públicas de gestión de excedentes alimentarios ofrecen una solución sostenible y beneficiosa para resolver los problemas del desperdicio de alimentos, la seguridad alimentaria y la generación de empleo e ingresos. De hecho, estas políticas pueden ser clave para lograr la sostenibilidad ambiental, la justicia social y el desarrollo económico sostenible.
Es importante destacar el papel fundamental del sector público en la implementación efectiva de estas políticas, pero al mismo tiempo es necesario involucrar a toda la cadena alimentaria y a la sociedad en su conjunto. Así, podremos reducir el impacto del desperdicio de alimentos y construir una sociedad más justa y sostenible.